¡¡Mil besos!! ¡¡Hasta Pronto!!
Desde el primer día
Me levante ese día con los nervios a flor de piel. Estaba pensando que ponerme y en como me iba a ir. Empezaba una nueva etapa de mi vida. Me iba a estudiar fuera de mi ciudad y tenía que dejar mi casa. Comenzaba a estudiar Hostelería, era lo que siempre me había gustado y soñado, sin embargo, todo me daba miedo. La novedad de compañeros, el vivir sola, la cantidad de estudios, todo me bloqueaba y era incapaz de pensar en otra cosa. Comencé el día despidiendome de mis padres, a mi parecer, lo mas duro. No íbamos a estar relativamente lejos pero aun así, iban a ser dos años sin ellos. Llegue con mucho tiempo al instituto, no quería llegar tarde mi primer día, quería tenerlo todo controlado. Una vez allí pregunte donde era mi clase y sin quererlo, llegue la primera. Me fui al final del aula, no quería llamar la atención, la vergüenza podía conmigo. Me senté y me puse a esperar. Deseaba conocer a algunos de mis nuevos compañeros, pero la suerte no me acompaño. De repente, entro él. Un chico alto, moreno, guapo y muy seguro de sí mismo. Iba acompañado de otro chico. Ambos se sentaron delante mía y aunque intente desviar mi mirada, mis ojos solo lo veían a él. Aún no entiendo que fue lo que me gusto de él. Físicamente eramos muy diferentes. Yo tenía un estilo muy alternativo y él, sin embargo era mucho más clásico. Cuando andaba en mis nubes, intentando descifrar por que me sentía atraída por este chico, me hablo. No fué nada del otro mundo. Solo quería saber si había acertado en la clase o se había equivocado, pero yo no pude articular palabra. Un simple gesto de asentimiento es lo único que pude realizar. Los compañeros seguían entrando y la clase comenzaba, sin embargo no podía despegar mis ojos de él. Nunca había sentido algo así y era incapaz de concentrarme. Llegue a mi pisito de estudiante y no asimilaba todo lo ocurrido, pero lo más sorprendente es que no olvidaba su cara pero aún no conocía su nombre. Así que me propuse una meta: "mañana volvería sabiendo su nombre". Ese era mi propósito. Tenía que saberlo. A la mañana siguiente fui a clase con un claro objetivo. No sabía como lo haría. Aún no conocía a nadie. Mi timidez tampoco ayudaba. Así que recé por que algún profesor pasase lista. ¡Bien! El primer profesor y lo hace, pensé. Uno a uno nos iban nombrando y de repente, Pedro. Ese era su nombre. ¿Bonito verdad? Eso pensé. Sentí alivio, tranquilidad.
Pasaron los días, y no conseguía acercarme a él. Un día nos dividieron en clase, y a mi me toco en su grupo. No se como empezó todo, pero comenzamos a discutir. Pensábamos tan diferente que era imposible que coincidir con él. Era todo tan bonito cuando no hablábamos y tan horrible, ahora que nos conocíamos... Todo cambio. Mi manera de mirarlo, mi manera de pensar en él, ya nada era igual. Sentía asco, odio, repelencia... Ahora si que no entendía por que había soñado con él.
Durante mucho tiempo, lo odie. No podía verlo en clase y deseaba no coincidir con él. Pero un día, de nuevo, la suerte no me acompaño.
Nuestro tutor programo un trabajo por parejas y no eran de libre elección. Él las imponía. Y a pesar de mis deseos, Pedro era mi compañero.
Pensé en no hacerlo, pero era un trabajo muy importante. Nuestra nota dependía de ello. Así que no pude hacer más que resignarme e intentar acabar el trabajo lo antes posible.
Quedé ese misma tarde con Pedro. Cuanto antes acabásemos, antes acabaría mi calvario.
Andaba liada criticándolo al teléfono con Alicia, cuando él llamo a mi puerta.
Abrí y sin saber por que, la sensación del primer día volvió a invadirme. De nuevo me puse nerviosa y mi corazón latía a cien por hora. No quería que me lo notase, así que saque mi lado mas arisco.
Nos pusimos manos a la obra. Las horas pasaban y el trabajo avanzaba. Mientras tanto, hablábamos y no eramos tan diferentes. Nos reíamos y sin quererlo, me lo estaba pasando genial. Todo iba viento en popa, hasta que nos toco realizar la portada. Cada uno la quería de una forma. No nos poníamos de acuerdo y sin esperarlo, volvíamos a discutir.
En un arrebato, lo eche de mi casa. En ese momento, Pedro me miro muy fijamente, me agarró la cara y me beso. Mi cuerpo se paralizó. No sabía si pegarle una patada o tirarlo a mi cama. Opté por lo segundo y me rendí a él.
No supe asimilar que todo el odio que sentía por él, era amor. Me enamoré el primer día que lo vi cruzar la puerta y lo único que había estado haciendo, era reprimirlo. Solo se odia a quien se ama. Que razón mas grande...
Pasamos juntos los dos mejores años de mi vida, pero se fue. Su futuro no estaba en España. Siguió sus estudios en el extranjero. Pero sin embargo, cada vez que baja estamos como si nunca nos hubiésemos separados y mi corazón sigue latiendo con la misma fuerza que el primer día. Pronto vuelve de nuevo, por lo que esta historia aun no tiene su final.
Me levante ese día con los nervios a flor de piel. Estaba pensando que ponerme y en como me iba a ir. Empezaba una nueva etapa de mi vida. Me iba a estudiar fuera de mi ciudad y tenía que dejar mi casa. Comenzaba a estudiar Hostelería, era lo que siempre me había gustado y soñado, sin embargo, todo me daba miedo. La novedad de compañeros, el vivir sola, la cantidad de estudios, todo me bloqueaba y era incapaz de pensar en otra cosa. Comencé el día despidiendome de mis padres, a mi parecer, lo mas duro. No íbamos a estar relativamente lejos pero aun así, iban a ser dos años sin ellos. Llegue con mucho tiempo al instituto, no quería llegar tarde mi primer día, quería tenerlo todo controlado. Una vez allí pregunte donde era mi clase y sin quererlo, llegue la primera. Me fui al final del aula, no quería llamar la atención, la vergüenza podía conmigo. Me senté y me puse a esperar. Deseaba conocer a algunos de mis nuevos compañeros, pero la suerte no me acompaño. De repente, entro él. Un chico alto, moreno, guapo y muy seguro de sí mismo. Iba acompañado de otro chico. Ambos se sentaron delante mía y aunque intente desviar mi mirada, mis ojos solo lo veían a él. Aún no entiendo que fue lo que me gusto de él. Físicamente eramos muy diferentes. Yo tenía un estilo muy alternativo y él, sin embargo era mucho más clásico. Cuando andaba en mis nubes, intentando descifrar por que me sentía atraída por este chico, me hablo. No fué nada del otro mundo. Solo quería saber si había acertado en la clase o se había equivocado, pero yo no pude articular palabra. Un simple gesto de asentimiento es lo único que pude realizar. Los compañeros seguían entrando y la clase comenzaba, sin embargo no podía despegar mis ojos de él. Nunca había sentido algo así y era incapaz de concentrarme. Llegue a mi pisito de estudiante y no asimilaba todo lo ocurrido, pero lo más sorprendente es que no olvidaba su cara pero aún no conocía su nombre. Así que me propuse una meta: "mañana volvería sabiendo su nombre". Ese era mi propósito. Tenía que saberlo. A la mañana siguiente fui a clase con un claro objetivo. No sabía como lo haría. Aún no conocía a nadie. Mi timidez tampoco ayudaba. Así que recé por que algún profesor pasase lista. ¡Bien! El primer profesor y lo hace, pensé. Uno a uno nos iban nombrando y de repente, Pedro. Ese era su nombre. ¿Bonito verdad? Eso pensé. Sentí alivio, tranquilidad.
Pasaron los días, y no conseguía acercarme a él. Un día nos dividieron en clase, y a mi me toco en su grupo. No se como empezó todo, pero comenzamos a discutir. Pensábamos tan diferente que era imposible que coincidir con él. Era todo tan bonito cuando no hablábamos y tan horrible, ahora que nos conocíamos... Todo cambio. Mi manera de mirarlo, mi manera de pensar en él, ya nada era igual. Sentía asco, odio, repelencia... Ahora si que no entendía por que había soñado con él.
Durante mucho tiempo, lo odie. No podía verlo en clase y deseaba no coincidir con él. Pero un día, de nuevo, la suerte no me acompaño.
Nuestro tutor programo un trabajo por parejas y no eran de libre elección. Él las imponía. Y a pesar de mis deseos, Pedro era mi compañero.
Pensé en no hacerlo, pero era un trabajo muy importante. Nuestra nota dependía de ello. Así que no pude hacer más que resignarme e intentar acabar el trabajo lo antes posible.
Quedé ese misma tarde con Pedro. Cuanto antes acabásemos, antes acabaría mi calvario.
Andaba liada criticándolo al teléfono con Alicia, cuando él llamo a mi puerta.
Abrí y sin saber por que, la sensación del primer día volvió a invadirme. De nuevo me puse nerviosa y mi corazón latía a cien por hora. No quería que me lo notase, así que saque mi lado mas arisco.
Nos pusimos manos a la obra. Las horas pasaban y el trabajo avanzaba. Mientras tanto, hablábamos y no eramos tan diferentes. Nos reíamos y sin quererlo, me lo estaba pasando genial. Todo iba viento en popa, hasta que nos toco realizar la portada. Cada uno la quería de una forma. No nos poníamos de acuerdo y sin esperarlo, volvíamos a discutir.
En un arrebato, lo eche de mi casa. En ese momento, Pedro me miro muy fijamente, me agarró la cara y me beso. Mi cuerpo se paralizó. No sabía si pegarle una patada o tirarlo a mi cama. Opté por lo segundo y me rendí a él.
No supe asimilar que todo el odio que sentía por él, era amor. Me enamoré el primer día que lo vi cruzar la puerta y lo único que había estado haciendo, era reprimirlo. Solo se odia a quien se ama. Que razón mas grande...
Pasamos juntos los dos mejores años de mi vida, pero se fue. Su futuro no estaba en España. Siguió sus estudios en el extranjero. Pero sin embargo, cada vez que baja estamos como si nunca nos hubiésemos separados y mi corazón sigue latiendo con la misma fuerza que el primer día. Pronto vuelve de nuevo, por lo que esta historia aun no tiene su final.
3 Corazones:
Gracias por el relato Hassela!! Espero que tengas suerte. Curiosidad... ¿es real o inventado? Mil besosss
real
Pos es mu bonita, escribes mu bien!!!
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