Too Late For Everything – Sheila Martín

Aquí os dejo el relato de Sheila. La verdad es que es interesante leerlo... Pero me pregunto si hay algo de realidad en la historia.

¡A ver que os parece!

Mil besos y Suerte.


Too Late For Everything – Sheila Martín

Sí, soy de ese tipo de personas que siempre tiene todo controlado. Esas personas a las que nunca se les escapan nada y a las que todo las sale a la perfección. Pero si os soy sincera aquella vez no fue así, ni de lejos. El vaso se me había roto y ahora el líquido se me esparcía por la mesa sin que yo pudiera hacer nada por evitarlo. Era la primera vez que me sentía torpe e insegura. Tenía un gran problema y ese problema tenía nombre y apellidos…

Todo comenzó a estropease el verano pasado, cuando yo estaba en mi pueblo. Un lugar con apenas 200 habitantes y alejado del mundo (literalmente, no hay internet y para coger cobertura te las ves canutas), dónde mis padres me llevaban cada año para estar con mis abuelos. En fin, supongo que aquel lugar me gustaba. Pero aquel verano jugué a dos bandas, y eso no era justo para nadie. Apenas habíamos pasado la primera quincena de julio y yo ya había roto, al menos, un par de corazones; y es que aquello no era de extrañar. Yo era una chica muy popular, conocida por todo el pueblo y de esas a las que todo el mundo sigue.

Yo tenía una cara bonita, con rasgos muy delicados, y un físico despampanante. Todos los chicos querían lo mismo, y es que me dan pena, con esos cerebros tan pequeños y esas mentes que no van ni a 1 por hora. Todos pretendían liarse conmigo y después dejarme destrozada, pero al final era yo quien les rompía el corazón. En mi grupo de gente estaban Jennifer (Mi MAPS!!), Alejandra, Inés, Jose, Fernando y Emilio. Estos tres últimos chicos eran los únicos a los que respetaba en el pueblo y a los que me prometí que nunca rompería el corazón. Pero me mentí a mí misma, porque sí le rompí el corazón a uno.

Puede que todo comenzara el día que Emilio (un año menor que yo, es decir, 16, y bastante guapo) trajo a su primo Víctor para que pasara el con él el resto del verano. Jamás me imaginé que me ocurriría lo que me ocurrió con Víctor. Desde el momento en que nos vimos me ocurrió algo que nunca me había pasado, y es que me había encaprichado. El chico tenía 18 años y era alto, con un cuerpo bien trabajado, ojos verdes en los que era imposible no perderse, pelo negro y, además, arrebatadoramente encantador. Hubiera sido el chico perfecto...

Desde el primer momento me encantó y cada día ansiaba más verle, así que, con el tiempo, acudí todos los días a casa de Emilio. Él estaba encantado, pero no sabía que yo iba por su primo. Poco a poco hice presa a Víctor de mis encantos, pero él no fue el único al que empecé a gustar. Emilio comenzó a enamorarse de mí. Supongo que, al chaval no le dejé claro que entre nosotros no había nada, pero creo que fue porque yo no estaba segura de no sentir nada por él. Poco a poco comenzó a gustarme. Al poco tiempo empecé a volverme loca por los dos, así que decidí jugarme un todo o nada, y, cuando no estaba con Víctor, estaba con Emilio.

Puede sonar extraño, pero, en aquellos momentos, cada uno tenía lo que quería, solo que solo no supe medirlo; es decir, Víctor quería lo mismo que yo, un amor de verano, pero Emilio deseaba que lo nuestro fuera para siempre, se hacía falsas esperanzas y se enamoraba cada vez más. Eso debió ser lo que estropeó todo e hizo que la burbuja explotara. Jamás podré olvidar el día que Emilio entró en su cuarto y nos vio a Víctor y a mí sentados en su cama, besándonos. Él no fue el único al que aquel día se le rompió el corazón. A mí también. Él era demasiado inocente y yo demasiado tramposa…

Después de un tiempo, me he dado cuenta de que quería a Emilio y de que aún estoy enamorada de él. Pero supongo que no le puedes romper el corazón a alguien y esperar que todo vuelva a ser como antes; y menos, querer que surja algo. Jamás me perdonaré lo que hice y no sé si algún día podré decirle a este chico al oído: “Te Quiero”.