jueves, 3 de noviembre de 2011

Relato Lily - Gincana Literaria

Paris

Camino por las calles de París. Es triste que con mi edad esté de vacaciones con mis padres,
pero mi novio de toda la vida me ha dejado plantada en el altar y no soy capaz de pasar un
solo instante sola en casa, así que por eso estoy aquí, andando hacia nadie sabe dónde.

Llego a la Torre Eiffel y subo. Las vistas desde aquí son increíbles; ojalá estuviera Armando
conmigo para poder disfrutarlo, pero él ya es historia; no merece la pena que le recuerde. Me
doy la vuelta para bajar, pero me choco con alguien, me caigo al suelo, duele. Él me ayuda a
levantarme, lo miro, es hermoso. Sus músculos se notan bajo aquella camiseta ajustada de
color roja.

Lo siento, estaba despistado.- responde él.
No pasa nada, estaba mirando al suelo.- contesto.
Menos mal, me habría sentido mal si le hubiera hecho algo a una hermosura como tú.

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Los piropos me encantan y más si vienen de un chico como este. Pero algo no me encaja; habla
en mi idioma.

¿Oye perdona, pero no eres francés?
Creo que es evidente que no, ja ja ja. No, vivo aquí pero soy español como tú.
Vaya, que sorpresa.

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Continuamos hablando de nuestras respectivas vidas. Es raro hablar de forma tan abierta con
una persona a la que acababa de conocer. Los días que siguieron continuamos viéndonos, bien
en mi hotel, bien en el suyo. A mis padres no les hacía mucha gracia, pero que se le iba a hacer,
a fin de cuentas, ya soy mayorcita.

Hemos vuelto a Madrid apenas hace una hora y ya le echo de menos. Me ha prometido venir
a verme e incluso si la cosa funciona venirse a vivir aquí. Que suerte he tenido. Al día siguiente
vuelvo a mi trabajo, menuda pesadilla. Al entrar por la puerta todo el mundo me saluda y me
pregunta por mi viaje. Parece ser que nadie ha olvidado mi destartalada boda. Me da igual,
pronto va a venir a verme.

Una vez de vuelta a casa enciendo la televisión. Me acerco al baño dispuesta a darme una
ducha, hasta que oigo un nombre familiar. Me acerco a la pantalla, es él, y está besándose con
otra chica. Al parecer yo era la única que no sabía que era un muy famoso actor. Las lágrimas
resbalan por mis mejillas, primero Armando y ahora él.

Los días siguientes recibo sus llamadas, pero no contesto ninguna. El sábado alguien toca el
timbre, pero no abro la puerta. Quiero estar sola con mi melancolía. Tocan a la puerta y yo sigo
sin contestar; ya se darán por vencidos. Pasa un rato y los golpes siguen sonando. Cansada me
dirijo a abrir la puerta y como no, ahí está él. Se agacha ante mí y me enseña un anillo en una
caja, no entiendo nada.

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Raquel, ¿te quieres casar conmigo?

¿A qué viene todo esto?

Sé que viste las imágenes, pero quiero que sepas que es todo un montaje. Es

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publicidad para la película que voy a rodar junto a ella; no la quiero y nunca la voy a
querer. Desde el día que choqué contigo en la Torre Eiffel me enamoré de ti. Espero
que tú me correspondas.

No sé qué contestar. Le creo como nunca he creído a otra persona. Le respondo que sí.

Llevamos ya dos años felizmente casados, y espero que la cosa siga por el buen camino. La
película que rodó con aquella actriz fue todo un éxito. Y por cierto, nuestra niña Blanca se
parece cada vez más a él.

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