Hola chic@s,
Por fin os traigo el séptimo capitulo de mi blog novela. ¿Con ganas? La cosa esta interesante y ardiente. ¡No te lo pierdas!
¡Deseo que os guste!
CAPÍTULO 7
Por suerte le ha dado tiempo de subir a
su casa, peinarse y arreglarse un poco. No se ha podido cambiar de
ropa pero va un poco más aceptable de lo que estaba. Cuando Carlos
le avisa con una llamada perdida que ha llegado, ella corre al
ascensor.
Nada más bajar lo ve. Esta tan guapo
como anoche dentro de su coche. Ese coche que ayer vio todo lo que
surgió entre ellos, ese coche cómplice del amor de ambos. Le sonríe
y entra.
- Lo siento –se disculpa mientras besa suavemente su mejilla.
- ¡No te rayes! Dejémoslo estar. ¿Qué se te apetece hacer?
- Lo que quieras… ¿Cómo que al final has podido quedar?
- Convencí a mis padres. Les dije que no tardaría. Te vi muy apagada por teléfono e hice todo lo posible por verte.
La joven no le dice nada, lo mira y le
sonríe. Siente que podría estar así siempre, es perfecto. Por
ahora ya ha acertado en dos detalles y casi no se conocen. Si sigue
sorprendiéndola así, en dos días estará loca por él, piensa.
- ¿Qué te parece tomar un té? Conozco un sitio no muy lejos de aquí y así podremos charlar un poco y luego irnos –propone la joven.
- ¿Un té? Nunca tome uno –añade.
- ¿Nunca? ¡Pues ya va siendo hora! Yo soy una aficionada.
- Como quieras, jajá. ¿Dónde esta ese lugar?
- Yo te indico.
No tardan ni cinco minutos en llegar a
la tetería. Mientras le dirigía, rezaba por que no la hubiesen
cerrado. Lleva mucho tiempo sin estar allí y hubiese lamentado un
cierre por la crisis o cualquier historia. Por suerte, allí sigue y
esta abierta. Entran y se sientan en una pequeña mesita uno frente
al otro.
- ¿Te gusta? –le pregunta.
El chico esta alucinado, nunca antes
había entrado en un local como aquel. Es todo muy tranquilo, hay una
música de fondo muy apaciguada, esta decorado como una antigua
mezquita y todas las mesas son pequeñas, no hay sillas, solo pufs.
- Es chulísimo, me encanta.
- Pues ahora solo hace falta que te encantes con uno de los tés que hacen aquí. Mira la carta, ¿ya sabes lo que vas a tomar?
El chico mira la carta con recelo. Hay
mas de cien clases de tés diferentes y no sabe que escoger.
- Tú eres la aficionada, aconséjame.
- A ver, a ver –dice-. ¿Se te apetece con alcohol o sin alcohol?
- ¿Hay tés con alcohol?
- Claro, mira –dice señalando una parte de la carta.
- Venga con alcohol, pero elige tu. Seguro que haces una buena elección.
Un joven camarero se nos acerca y nos
toma nota. Para él escoge un té con ron y para ella uno de flores
exóticas. No suele beber y no piensa hacerlo por ahora. Cuando se lo
traen el chico se maravilla, le encanta. Ella también esta contenta
por su elección, ya lo había probado y sabia que le gustaría, pero
que a él también le guste hace que ese té le sepa aun mejor.
No pasan mucho rato allí, solo una
hora escasa. Los dos hablan, se cuentan cosas sobre ellos. Él le
explica que hace no mucho rompió con su novia y que trabajar en el
hotel le ayuda a pasar página, mientras que Laia le explica su vida
en Barcelona. No hay besos entre ellos, tampoco caricias, todo es más
frío que la noche anterior, pero ambos están a gusto. Es un paso que
ayer cuando se besaron se saltaron y tomarlo ahora, hace que todo se
consolide un poco más.
Cuando se dan cuenta de la hora que es,
corren hasta el coche y cada uno se marcha a su casa. No pueden
tardar más, esta noche es Nochebuena y ambos tienen compromisos. Él
además ha quedado después de cenar con sus amigos para salir y ella
también tiene planes. Ha quedado con Lara y su hermana para salir de
fiesta. Hace mucho que no sale de noche y le apetece desmelenarse y
disfrutar de ambas.
Una vez en el coche ambos se despiden y
se prometen ver al día siguiente. Han hecho planes. Laia quiere ir a
la playa, quiere ver el mar de su ciudad y él le ha propuesto
acompañarla. Después de comer volverán a estar juntos y con suerte
podrán disfrutar de esa intimidad que ambos desean. Antes de bajarse
del coche, él la detiene agarrándola del brazo.
- ¿Dónde vas?
- A casa. ¿Dónde voy a ir?
- ¿Y te vas así sin más?
- No se… -dice desconcertada- ¿Qué ocurre?
Carlos la atrae hacia él y la besa. La
besa ardientemente y le acaricia. Rodea su cuerpo con sus brazos.
- Ahora sí –le susurra.
Laia nota que sus piernas han perdido
todas sus fuerzas. Cae sobre el asiento del coche y siente que su
vista se nubla. Lleva deseosa de ese beso desde que lo ha visto, pero
viendo que pasaba el tiempo y él no se acercaba se ha resignado. Sin
embargo, ahora, su imaginación vuelve a volar y su corazón late con
una fuerza descomunal. Si él la vuelve a besar así, su corazón
saldrá disparado de su pecho y antes de que termine de pensar en
ello, él vuelve a besarla.
Baja sonriente del coche y corre hacia
el portal. Le gustaría fumarse un cigarrillo antes de subir como
anoche, pero no tiene tiempo. En poco más de una hora todos sus
familiares ya estarán en su casa para cenar y aún tiene que
ducharse, ayudar a su madre y arreglarse para una noche como esa. Se
queda allí, agarrada al pómulo del portal esperando a que Carlos
arranque y se marche y verlo por última vez. Mañana será un gran
día, piensa. Esta ansiosa, mira su reloj y calcula las horas que
quedan para rencontrarse nuevamente con él.
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