domingo, 23 de octubre de 2011

La Lágrima de la Inmortalidad

¡¡ Hola Chic@s !!

Os dejo AQUI el segundo relato del "I Certamen de Relatos".


¡¡Espero que lo disfrutéis!!


LA LÁGRIMA DE LA INMORTALIDAD

Autora: Noelia González
Blog: http://fantaseandoentrelibros.blogspot.com/
Categoria: Paranormal

Soy Ylenia y desde mi nacimiento todo ha sido raro, no me sentía como se suponía que debía sentirme, no encontraba mi lugar, toda mi vida hasta los 16 años que tengo ha transcurrido como una pluma que el viento arrastra a la deriva, sin rumbo, sin objetivos.
Según mi madre, fui un milagro. Nací un mes antes, sin vida. Una hora después abrí los ojos. Me estuvieron haciendo pruebas durante horas y días. Había ocurrido algo imposible y entonces repararon en mis ojos. Violáceos con motas doradas y brillantes que flotaban alrededor del iris como partículas de magia. Hoy aún los tengo así. Pero lo peor no es el color de mis ojos, ni el hecho de que sea la única que pueda recordar mi nacimiento, lo peor y lo que nadie sabe es lo que puedo hacer con ellos.
Hace ya casi un año que estoy con Yandriel. Todo empezó en un día de instituto, llovía y Yandriel me recogió en su moto para ir a clase. Él era nuevo en el instituto y se sentaba a mi lado, todas las chicas iban detrás suyo, tenía la oportunidad de convertirse en popular pero lo rechazó todo y mi interés por el se encendió como llama del amor. A su lado todo era felicidad y por fin tenía lo que quería y no por tener un novio si no por sentirme normal. Cuando estaba con él mis poderes quedaban atrás y solo existíamos nosotros.
—Llevamos tres meses juntos y aún no me has contado a que se debe el color de tus preciosos ojos. —Dijo con una sonrisa torcida. Yandriel llevaba preguntando desde que empezamos a salir porque mis ojos eran así pero yo no quería, no podía decírselo. Si se lo decía, no solo se iría para siempre, si no que le pondría en peligro y todo por mi culpa.
—Ya te he dicho que no lo sé, simplemente nací así. —Le bese para silenciar sus preguntas.
— ¿No hay nada que quieras contarme?—Me miró con expresión dura
— ¿Por qué dices eso? No te oculto nada. —Mentí por su propia seguridad
— ¿Y por qué no me miras a los ojos cuando me lo dices?—le solté la mano y seguí caminando.
Yandriel llevaba mucho tiempo preguntando sobre mis ojos pero nunca había insistido tanto. Hace mucho que le hubiera contado la verdad si no fuera por los Astaroth. No sabía mucho de ellos pero lo poco que sabía era que eran seres que provenían del Infierno, y buscaban a gente como yo, gente que muere y por alguna razón vuelven a la vida, acompañados de dones y de la inmortalidad. Yo sabía que había más gente como yo ahí fuera pero nunca me había esforzado en buscarlos porque quería olvidar aquel tema, olvidarlo todo y ser normal.
Poco a poco iba descubriendo más cosas sobre los Astaroth gracias a mis visiones. Su propósito era simple; encontrarnos, matarnos—de una forma que aún no se— y así robar nuestra inmortalidad y conseguir salir del Infierno. Y esa era la razón por la que no le contaba nada a Yandriel, por que para los Astaroth sería más fácil rastrear a un humano y robarle los pensamientos que encontrar a un Helga, que era como nos hacíamos llamar.

Este teléfono no está disponible. Inténtelo mas tarde.
Llevaba tres días intentando contactar con Yandriel pero no había manera. Temía que se hubiera enfadado asique fui a su casa. Cuando llegue, mire por las ventanas pero todo estaba oscuro excepto por una tenue luz azul en el cuarto principal. Utilice mis partículas de luz para poder ver más y entonces un nudo me subió desde el estomago hasta la garganta. De espaldas contra la ventana se encontraba uno de los Astaroth. Los había visto más de una vez cuando rastreaban el pueblo siguiendo pistas que les conducían hasta mi, llevaban unas capas negras con capucha y un símbolo de un ojo clavado por una daga con fuego alrededor. Me estremecí.
Entre corriendo y vi como los ojos de Yandriel se tornaban azul blanquecino y su alma escapaba de él y se introducía por los ojos de el Astaroth. Cree un campo de escudo en el que solo estuviéramos Yandriel y yo, se que el escudo no aguantaría mucho tiempo pero necesitaba salvarlo. Si me buscaban a mí, podían matarme, podían hacer lo que quisieran conmigo pero no a Yandriel. El campo se volvió más lucido y espesó.
—Yandriel, necesito que te levantes por favor. No te mueras, te necesito, nos necesitamos. Nuestro amor no puede morir es inmortal y siempre lo será. —Llore, derrame lagrimas doradas sobre él y en algún lugar de su agonizante cuerpo, sé que me oyó y utilizo la poca fuerza que tenia para incorporarse.
— ¡Rápido, levanta! No tenemos tiempo, ¡el escudo está desapareciendo!
El Astaroth rió a carcajadas y atravesó el escudo cuando este ya casi se había disipado. Sabía que ya no había nada que pudiésemos hacer, había gastado casi toda mi energía en crear el escudo y ahora estábamos indefensos. Me cogería y me mataría para conseguir la inmortalidad, y aunque le suplicase que no lo hiciera, mataría antes a Yandriel delante de mí y eso era lo peor.
Estaba a un par de metros, alargando los brazos y empuñando una daga de filo dorado, y de repente todo pasó muy rápido. Las manos de Yandriel despedían una luz dorada y azul que fue a parar directamente al pecho del Astaroth. La oscuridad que se encontraba dentro del ser salió despedida y el cuerpo cayó al suelo, marchitado casi convertido en polvo.
—Qu…Com..¿Como has hecho eso?
—El amor lo puede todo—sonrió dolorido.
— ¿Amor? Tu... ¿me quieres?—estaba claro que yo le quería a él, pero no sabía que él también me amaba.
—Pues claro que te quiero. Y lo hare para toda la eternidad.
— ¿Eres inmortal?
—Igual que tu. Cuando lloraste lo sentí. Tus lágrimas cayeron encima de mí y al instante sentí el poder crecer dentro de mí. Sentí más fuerza y entonces lo supe. Tú me habías concedido la inmortalidad y ahora podremos estar juntos, para siempre.
Le bese, le bese y no pude parar de besarle. Siempre me había preguntado qué pasaría cuando él fuera a envejecer y ahora estábamos unidos. No teníamos secretos y éramos el uno del otro. Solo había una pega… Habría que dar una paliza a los Astaroth, pero ya no estaba sola, había encontrado mi destino y seriamos libres para siempre.

4 Corazones:

Lydia Pinilla dijo...

Precioso!!! Me encanta. Mucha suerte!

Noelia Fantaseando Entre Libros dijo...

Muchas gracias :D

Lydia Pinilla dijo...

No hay porque darlas :)

Nuria de Espinosa dijo...

Leido y a decidir...

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