lunes, 10 de octubre de 2011

Relato Loky - Gincana Literaria

MIEDOS
La lluvia martilleaba los cristales del coche e impedía una completa visión de la carretera
donde, meses atrás, habían muerto sus padres. Paró en el lugar exacto del accidente, donde
debería haber un ramo de flores marchito. Para la sorpresa de la chica dos rosas rojas,
algo desechas por la tormenta, reposaban junto a la calzada. Se acercó y contempló, con
fascinación, como alguien había dejado, a demás de las rosas, una placa con nombres. Para el
asombro de la chica no eran los nombres de sus padres: Señores Crots, descansen en paz.

-¡¿Hola?!- Gritó una voz sin miedo. La joven dio un respigo. El propietario de tal voz llegó junto
a la paralizada muchacha en menos de un minuto-¿Estás bien?-preguntó con preocupación.

Las gotas de agua se le escurrían por sus largos mechones de pelo negro. La chaqueta verde
que llevaba y el resto de su vestuario estaban igual de mojado que el cabello del joven. Pero,
lo que más llamó la atención de Ana fueron los ojos del joven. Lilas. Instintivamente retrocedió
hasta quedar acorralada en la furgoneta. El chico misterioso se acercó intentando no asustarla.

-¿Te encuentras bien?- repitió.

Ana seguía rebuscando las llaves de su coche a tientas, en uno de los múltiples bolsillos que
tenía su pantalón, sin apartar la vista de los imnotizantes ojos del joven.

-Aléjate de mí-consiguió decir. El muchacho profirió una fuerte risotada que consiguió calmar,
solo un poco, a Ana.

-¿Piensas qué voy a hacerte algo?-preguntó divertido el joven.-Deberías taparte, vas a coger
frío-propuso dando dos pasosa hacía atrás para dejarle sitio a la muchacha que sostenía su
mirada. Ana pensó en aprovechar ese instante para abrir el coche e intentar arrancar, pero no
lo hizo, no quiso hacerlo.

-¿Quiénes son los Señores Crots?

Una máscara de dolor se apropió del rostro del chico de ojos violetas. A pesar de ello contestó
divertido.

-No puedes contestar a una pregunta con otra.- Ana se metió en el coche y puso la llave en la
toma de contacto. Cuando se dispuso a arrancar una voz a sus espaldas la marcó para siempre-
Son mis padres.- Y empezó a sollozar en silencio. Ana susurró una disculpa y se fue a toda
velocidad.

En los días siguientes solo pensaba en aquel apuesto chico de ojos lilas que había corrido la
misma suerte que ella. Tras varias semanas así se aventuró a volver al sitio de encuentro. Allí
estaba él. Sus ojos lilas brillaban bajo la luz del sol y la camisa negra que envolvía su cuerpo se
levantaba con el viento.

-Hola-susurró.-Siento haberte asustado la otra noche, no pensé en…

-No sigas, te entiendo. -Ana, con los ojos rojos de tanto llorar, depositó otras dos rosas,
blancas esta vez, en la tumba improvisada.

-¿Por qué has hecho eso?-inquirió incrédulo Sergio. Sí, ese era su nombre.

-Mis padres también murieron aquí-contestó Ana en un impulso de valentía. No había hablado
con nadie de ello y ya era hora.- Hace seis meses. Volvía de la fiesta de navidad que celebraban
en mi instituto y perdieron aquí su vida.-Repentinamente Sergio la abrazó por detrás y susurró
miles de disculpas y palabras cariñosas. A Ana le temblaron las rodillas y cayó de bruces
contra el suelo llevándose a Sergio con ella. Al caer se dieron un poco de rienda suelta y se
permitieron reír a pesar de las circunstancias.

-Mis padres murieron hace dos semanas, aquí, justo aquí.-comentó Sergio apartando con los
pulgares las lágrimas que corrían alocadamente por las mejillas de aquella chica tan fuerte
que la otra noche se había llevado su corazón.- Pero si su muerte ha sido necesaria para
encontrarte no han muerto en vano. Te quiero.-Ana tembló y se abrazó tan fuertemente a
Sergio que pensó que iba a romperle la camisa.- La otra noche te llevaste mi corazón cuando
desapareciste en aquella culpa, te he buscado y no te hallé. ¿Y tú?

Ana quiso correr para alejarse y a la vez agarrarse más fuerte a su camisa. Quiso gritar y
susurrar. Tuvo frío y calor, miedo y alegría. Y valor para decir que sí, que sus ojos la perseguían
en sueños y, gracias a ellos, había deshecho un poco del hielo que envolvía su corazón.

El amor, el arma más mortal que poseemos. Te quita y te da, va y viene, todo al mismo tiempo.
Nunca sabes cuando va a llegar, si te está esperando al doblar la esquina o se encuentra al otro
lado del mundo. Solo hay una cosa que es cierta, si temes al amor, temes a la vida.

2 Corazones:

Cali dijo...

¡Que bonito!
Hay una chica (Kyhei) de mi historia Seth y el Reloj de Awens que también tiene los ojos violetas, jeje.

Pues nada, que es precioso.

Cali

Lydia Pinilla dijo...

Un color muy peculiar ^^ Gracias por comentar , me alegro de que te guste :) Un besoo

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